Los científicos que faltaban por embarcar fueron llegando. Dimos los pasaportes al segundo oficial para que despachara con los de aduanas argentinas.
Unos minutos más tarde de las 10 de la mañana se soltaron amarras y el barco, con toda la dotación, los 21 científicos, los de Navantia (que nos acompañaban durante las primeras millas para comprobar que la reparación se había hecho correctamente) y el práctico argentino cogi— rumbo Este por el canal Beagle.
Todo fue acorde a lo esperado. Era como navegar por una bañera por lo calmada que estaban las aguas. Eso sí, con unas vistas impresionantes.
Claro es el Beagle... a ver qué nos depara el Drake (o, mejor dicho, el Mar de Hoces).
El día no pudo ser mejor: soleado, sin apenas viento, temperatura primaveral... qué más se puede pedir?
A lo largo del trayecto, los de Navantia vieron que la junta de la tapa del árbol de levas estaba picada y perdía bastante aceite por ahí, por lo que decidieron cambiarla antes de marcharse de vuelta. Esta operación les llevó unos 20 minutos o así.
6 horas más tarde (serían las 4 de la tarde), cuando lleg‡bamos al final del Beagle, un barco vino a recoger al práctico y a los de Navantia para devolverlos a Ushuaia. La maniobra de desembarque se hizo por la toldilla de popa.
Poco después dejamos el Beagle y, con él, las buenas condiciones que hasta ahora habíamos tenido: pasamos a mar un poco revuelta.
Víctor, en un alarde de valentía, incluso sacó el ordenador para trabajar. Lógicamente, 3 minutos después tuvo que apagarlo y meterse en la cama en posición fetal (nos dijeron, y hemos podido comprobar en nuestras propias carnes, que es la mejor postura para evitar marearte).
Así pues, serían como las 8 de la tarde más o menos cuando, sin cenar ni nada, nos metimos en la cama en posición fetal con la espalda pegada a la pared.
Claro, parece mentira que no lo sepas! Es la posición que se tiene después de una "jartá" de sidra!
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