viernes, 29 de enero de 2010

Día 21: Fin del viaje. Una experiencia inolvidable

Ufff... el Myolastan que me tomé anoche justo antes de ir a la cama ha funcionado bien. Además, eso de poder dormir en una cama, estirado... detalles de valor incalculable.

Nos levantamos tempranito, ansiosos por saber si hay algún cambio de planes. Por ahora todo sigue igual: parece que a eso de las 12 saldrá un vuelo de Punta Arenas (con turistas, claro) en el que nos podremos 'enganchar'.

Víctor y yo, junto a los científicos búlgaros que esta noche hemos dormido en tierra, estamos preparados y ansiosos por poder volver. A ver qué suerte corren los que se han quedado en el barco, puesto que parece ser que el mar ha estado (y está) muy embravecido, y el Hespérides no ha podido permanecer fondeado frente a las costas y se ha tenido que ir a 'dar una vuelta' (más tarde nos enteramos de que ha ido a la península Antártica durante la noche -pero no desembarcaron-).

Aunque el barco ya está de vuelta, el estado de la mar hace que sea difícil el desembarco del personal que todavía está en el Hespérides. Incluso se plantea la opción de que no pueden hacerlo y pierdan el vuelo.




Fuerte oleaje y viento que impedían el desembarco de los que todavía estaban en el Hespérides


Pues nos vamos a desayunar; no hay otra cosa mejor que hacer.

Tras el desayuno, Víctor decide que se va al 'hotel' a trabajar un poco, mientras que yo prefiero dar una vuelta por esa isla tan internacional y conocer las bases y rincones que allí hay. A pesar del solecito agradable que hay, hace frío y mucho viento; hay que abrigarse bien.

Los científicos búlgaros deciden hacer lo mismo así que me uno a ellos y vamos a dar una vuelta por la playa.







Algunas imágenes del paseo para el recuerdo


Como los búlgaros ya han estado en la base rusa, me separo de ellos para hacer una visita a estas instalaciones y a la iglesia ortodoxa que han construido sobre la colina.

Base rusa Bellinghause


Iglesia ortodoxa


Ya he mencionado con anterioridad lo que creo que es lo más valioso y excepcional que he encontrado en todo el viaje: la gente y su cordialidad. La base rusa es un ejemplo extraordinario de esto.

Me presento allí sin conocer a nadie y me encuentro con el jefe de la base. Lógicamente, me presento:

- "Hola, soy un científico español que estoy aquí, en la hospedería, a la espera que poder volver a Chile en algún vuelo... (sonrisa cómplice-maliciosa) ".

- "Ya, ya... conozco bien la historia. Pasa, pasa. Quieres un café o algo?"
-me dice él-.

Esas fueron las primeras palabras que intercambiamos. Como digo, la cordialidad y el acogimiento fueron más que notables desde el primer minuto. Al final, me tuve que tomar un café y pastas para no hacerles el desaire.

Lo que inicialmente iba a ser una visita breve se tornó en más de una hora y media de conversación con ellos. También me encontré allí con un par de científicos españoles que estaban con el programa ruso: Carmen y Adolfo, quienes investigan la evolución de los glaciares.

Una de las cosas que más me llamó la atención fue el taller de electrónica que tenían justo al lado de salas con los sistemas más modernos y sofisticados.

Tenía que hacerle una foto: tecnología rusa de la que no falla


Según me contaron, cuando falla algo eléctrico-electrónico en algunas de las bases vecinas, siempre llaman a los ingenieros rusos ;-)

Carmen y Adolfo


Tras poner los tradicionales sellos de la base en el pasaporte, me despido de ellos y me dirijo a la Iglesia Ortodoxa. Insisten en que debo ir a visitarla. Está hecha toda de madera y sin ningún clavo!! Todo son piezas de maderas que engarzan una con la otra como si fuera un puzzle



Iglesia Ortodoxa


Verdaderamente curioso.

De vuelta, me voy a buscar a Víctor para ir a comer y obligarle un poco a salir de allí. Las cosas curiosas que hay en la isla puede que no tengamos oportunidad de verlas de nuevo.

Llega el avión; se confirma que en este vuelo sí salimos. Afortunadamente, el viento amaina un poco y eso permite que los científicos que están en el Hespérides empiecen a desembarcar.

Después de comer algo Víctor y yo nos vamos a dar una vuelta por las 2 bases chilenas que hay en la isla: la base científica y la militar aérea.

Como tenemos tiempo y ya todo lo tenemos preparado, nos acercamos a ver los elefantes marinos que hay en la otra punta de la isla. Para no arriesgarnos, no nos acercamos a la base china. No vaya a ser que, después de todo el tiempo que llevamos esperando, nos quedemos en tierra.



Elefantes hembra


Volvemos, volvemos... ya volvemos.

En el aeropuerto, aduana, ATA,... y más de 3 horas esperando. Pero bueno, ya estamos en tierra y de vuelta para España.

Es muy tarde y estamos reventados. Cena rápida y a la cama, que mañana nos tenemos que levantar muy muy temprano para coger el avión de vuelta: Punta Arenas - Santiago de Chile - Madrid.

Esto ya da a su fin.

Conclusión: una experiencia inolvidable.

1 comentario:

  1. Estimado Manfredi,

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