martes, 12 de enero de 2010

Día 4: Día tranquilo de trabajo en otros negocios

La entrada para este día va a ser corta, muy corta: pasamos casi todo el día trabajando en el hotel.

El día amaneció muy lluvioso. Llovía con ganas y, como había trabajo que hacer después de tanto tiempo fuera, la mayoría de nosotros nos quedamos en el hotel enganchados al portátil. Ni siquiera salimos para comer; encargamos y nos trajeron la comida aquí.

Al poco de comer nos llamaron de Wouk para indicarnos que las piezas, las ansiadas y añoradas piezas, habían salido por la mañana de Buenos Aires y estarían al llegar. Con esto, se ponía en marcha el dispositivo para recoger todas las maletas de equipos que trajimos con nosotros, pasar la aduana portuaria con el cuaderno ATA y dejarlas en el barco.

Por fin empezamos a recibir buenas noticias!

Los mecánicos se pusieron a trabajar a destajo para poder arreglar el problema lo antes posible y zarpar.

Al poco, vino Romina con una pickup para cargarlas todas y poner rumbo al puerto. El tema de la aduana fue menos costoso en tiempo que la entrada en el país. Afortunadamente no tuvimos que hacer absolutamente nada.

En unos minutos, Víctor, Yolanda y yo teníamos todas las maletas de equipos cargadas en el barco. Menos mal que dejó de llover durante unos minutos.





Ya que estábamos allí, aprovechamos para hacer unas fotos como le gustan a Víctor: muy patrióticas.



Todavía me parece oir de fondo el himno nacional


Nos dicen que, aunque todavía está por confirmar, podríamos salir el viernes.

A cualquiera que se le diga que tenemos ansias ya por empezar a vomitar en el Mar de Hoces no se lo cree.

Después de zanjar el tema de las maletas y de tomar un cafelillo, reiniciamos la búsqueda de las baterías para el equipo de geofísica; cinco tiendas y tres cuartos de ciudad recorrida más tarde, dimos con ella.

En conclusión, alguna alegría ya iba siendo necesaria para subir la moral.

Por cierto, parece que media España ha visto el programa de Cuatro en el que Jesús Calleja hace el mismo viaje que nosotros vamos a hacer y en el que vomita hasta el apuntador, entre otras dificultades. Después de la preocupación que se está generando, creo que es preciso comentar que nos dijeron los miembros de la tripulación del Las Palmas que eso que le ocurrió fue muy muy excepcional. Normalmente no está el mar tan embravecido como lo estaba en aquella ocasión, al margen de la correspondiente dosis de teatralidad y sobreactuación, claro. Así que tranquilos, que tenemos cajas de biodraminas suficientes.

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